domingo, 3 de febrero de 2019


FEBRUARY, 14 th


Cajitas de bombones rectangulares hasta la perfección o en forma de corazones carmesí. Rosas de intenso buqué, ramos frondosos plagados de cintas barrocas.
Peluches con pequeños carteles que rezan plegarias apasionadas.
El día de los enamorados irrumpe con desparpajo.
Viene precedido de simpáticos heraldos radiales, que ensayan una y otra vez sus reflexiones en torno al encuentro de dos o por infinidad de avisos clasificados en los diarios, matizados con ilustraciones y frases de ocasión.
Viene ocupando el trono majestuoso de los televisores, desplazando en los mismísimos noticieros a las siempre redituables noticias sobre la inseguridad o las retóricas disputas políticas.
Viene serpenteando desde calendarios ajenos, imperiales, extravagantes, de la mano de otros esperpentos como Hallowen o Saint Patrick.
El día de San Valentín está entre nosotros. No será posible en esta jornada conquistar un lugar tranquilo para tomar un café y leer sin sobresaltos a Poe o a Vallejo. Más difícil aún nos resultará conseguir una plaza para cenar. Y si la obtenemos, habremos de soportar la mirada entre insultante y compasiva de todas las parejas, que no terminarán de comprender nuestro solitario estar en el mundo.
Fastidioso San Valentín ¿Desde cuándo el mercado moldea la caprichosa arcilla de nuestras pasiones?
Maldito San Valentín. Nadie dice que esté mal entregarse con apacible furia a los brazos del amor. Pero que en ese tálamo no ingrese la oscura burocracia de las obligaciones, la miseria moral de la retribución, el ojo perverso de la codicia.
Dos son el parnaso o el infierno. Dos tejen su trama festiva en los palacios dormidos de Rimbaud o son la pena, como decía Marechal.
¡Fuera San Valentín! En tu día…¡Dos son una insoportable multitud!
Hugo Celati (2013) (Imagen "Los amantes". R.Magritte)

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