jueves, 10 de septiembre de 2009

CRUXIFICCIO


Ella me niega la primera vez.
En su boca distante se sellan palabras que nunca me dijo. Asoma el hilo de un extraño furor, un resabio a licores de ira, un rencor deshojado en su mensaje extrañamente austero y oculto.
Ella me niega la segunda vez.
Me condena a un silencio que traba mis huesos, que desorbita los ojos de mis noches, que atraviesa con un tizón de fuego mis entrañas, que ata los cordeles de mis nervios al respaldo de una cama de hospital que se afantasma.
Me amordaza con una ausencia que mide los pasos desde algún lugar secreto e incógnito. No me deja pronunciar aquella palabra que diga cuánto hay de mi en su existencia, no me deja mostrarle que mi sangre es la suya desde el origen de los tiempos.
Ella me niega por tercera vez.
Ahora el silencio es una larga voz que aúlla en los techos de mi cordura, un estrépito de tambores disonantes que vuelcan la líquida violencia de sus parches en mis ojos ciegos.
Ahora el silencio se parece mucho a la muerte y sus máscaras soñadas, a la oquedad de lo que habrá de venir, a la ira de los mansos que son martirizados en algún nuevo Coliseo.
Ahora el silencio es un túmulo dónde el amor recuerda frases que tal vez pronunció sin conocerlas en su trama más íntima.
Y el dolor de no estarse, y el fuego impasible del tiempo. Y el adiós.
Hugo Celati (2009)

No hay comentarios:

Publicar un comentario