viernes, 12 de julio de 2013

AMOR DE MI VIDA



Un cruce de miradas. Una palabra que no habíamos escuchado. El gesto que antes no vimos. El asombro que vuelve por sus pasos. La puerta hacia lo que no conocemos. El silencio que se resquebraja en multitud de sonidos inéditos. A estas cuestiones llamamos amor, creyendo entender su naturaleza más íntima. Pero el amor es un hecho complejo y de difícil explicación. Baste observar la clásica secuencia: A ama a B, pero B ama a C (probablemente C ame a A para cerrar el círculo fatal ) y allí tendremos una pequeña, discreta, humilde aproximación al tema desde un lugar más riguroso.
Todo esto se agrava cuando alguien introduce la claúsula “ de mi vida”, frase preposicional de la discordia y de la ambigüedad.
Si despertar al amor “per se” es un tema intrincado ¡Cuánto más lo será si de su mano llega la casi infantil ilusión de eternizarlo ante los ojos del mundo como un paraíso o una fuente inagotable de néctar y ambrosía! ¿Amor? Vaya y pase. Todo es posible. No se desconoce la existencia de procesos cuyo nacimiento y desarrollo son indudablemente felices. No obstante, para la mayoría, el amor será un trance difícil de abordar, una experiencia (sin dudas magnífica y digna de ser emprendida) pero ciertamente trabajosa.( ¿ De allí que se disfrute más al alcanzarla?)
Justamente de esta mayoría oscura y silenciosa quiero hablarles: la que padece los estigmas mas significativos de un sentimiento que algunos tildan de absurdo. Si el amor es la mayoría de las veces desencuentro y promesa de abandono, “el amor de mi vida” es un vapor engañoso que nubla la vista y traiciona a las gentes empujándolas a decir y prometer con el aval de su sangre lo que jamás podrán cumplir, lo que al día siguiente de prometido ya están olvidando o desoyendo, sea por cobardía, sea por falta de fortaleza espiritual, sea porque en el camino se les cruza otro existente que los embriaga con un elixir más potente, arrojándolos a los brazos de un nuevo artificio (que también lo es en el sentido falaz de la renuncia, arrebato romántico donde algunos esconden su desdén, su arrogancia, su desmedido amor propio o la incapacidad de ver al amado .Lo dicho: solo ven o han visto el espectro que de él construyeron).
Siempre existen unos pocos afortunados al igual que en este modelo de sociedad ilícita, dónde una pequeña elite goza de beneficios que a la generalidad están vedados. Por eso si alguien ha encontrado a ese ser con el cual extender los goces vitales hasta el confín de los tiempos que nos toquen vivir…¡Adelante!
Aunque me temo que sea la excepción y no la regla.
¡Pero a no desesperar mis queridos ilusos! El amor es un camino posible, solo basta que sepamos despojarnos de ciertos velos, de principios enquistados en nuestra psiquis por falaces relatores y nos larguemos a vivir nuestra propia experiencia dónde no hay otra regla que el libre deseo.
La magnífica evidencia que danza ante nuestros ojos como un gracioso cisne negro, es el ímpetu inevitable de nuestra pasión. Y tal vez el único acto de entrega al que estamos destinados sea el de seguir los pasos de esta bailarina hasta que el cuerpo agote su frenesí, hasta que Dioniso nos tome desfallecientes entre sus brazos, nos lleve a su morada y al despertar, pasado el embrujo que nos hizo prisioneros, volvamos a buscar a nuestra bailarina sin otra certidumbre que la de una copa henchida de magnífica ebriedad.
Hugo Celati (2013)
Imagen: René Magritte (Los amantes)

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