domingo, 27 de diciembre de 2009

CARTAGO


Abriré uno a uno los cajones. Allí estarán tus cartas, el perfume añejo de lo dicho y el veneno oculto de lo que callaste. El rosario enhebrado de mentiras piadosas, el amor y su doble, cegados en el espejo de tu retrato. Las fotos agrupadas en álbumes prolijos: la niñez de tu dolor y la exuberancia de tu cuerpo fraguado en la siesta calurosa de veranos que no tuve. El desorden salvaje de tu pelo, tu boca (ahora cerrada, deshecha en millones de megapíxeles aterrados) tu boca de fuego que no ardió en un solo sitio de mi piel. Allí estarán las palabras dispersas como el polvo sediento del camino, la enunciación de amores de falsa fachada, el estigma de tus vocativos imposibles, el vida de mi vida y aquella apelación a mis ojos y tu destino. Allí estará la voz de un micrófono secreto, lejano, absurdo, perdido en la última cabina telefónica del universo, la voz que me llamó por el nombre que no tuve desbocada en el viento de un deseo que tal vez yo sólo imaginé.
Allí estarán tus frases inflamadas, el “pienso en tu sexo” (“el surco prolífico” que me estaba negado desde siempre) , la invitación a las ceremonias que nunca quisiste hacerme pero a las cuales me invitaste por puro placer tanático.
Allí estará tu vestido que compraste y que será de otro (o solo tuyo o de nadie o de los dioses crueles del destino). Allí estará la luna que no veremos, la terminal del confín de las lindes agitando un pañuelo ensangrentado. Allí estarán tus confesiones (que no me hiciste pero que yo creí de todos modos) las que dijiste hacerme pero apuntaban hacia otros horizontes.
Allí estará el grotesco vals de los destinados para siempre, y el encuentro y el milagro donde un viejo mago agrió los odres con inocente malicia.
“Delenda est”.
Allí estarás vos y ante todo el peso de este amor que me dobla el espinazo del destino, no tendré otro remedio que incendiar la tierra de tu recuerdo y luego echar sal en ella para que tu nombre no florezca jamás, aún en mis más temibles pesadillas.
Hugo Celati (2009) (imagen: René Magritte "L´Echelle du feu")

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