domingo, 26 de julio de 2009

MENTIRAS

Hay quienes mienten porque no tienen otro camino posible. Frente a ellos, se erige otro que desea escuchar esa mentira.
A veces, el precio de una verdad es tan doloroso, que se prefiere la omisión, el silencio o la transfiguración de las palabras.
Esta alquimia secreta es un ejercicio cotidiano, entendible, inocuo. Necesario en ocasiones para no ser despojados o ultrajados, hasta el límite de perderlo todo.
Por eso no habrá un solo reproche a estos fabuladores que han agotado su inteligencia y su sangre en el vano intento por explicar el sentido de sus actos y pensamientos.
Pero vaya un especial desprecio para aquellos a quienes habiéndoles ofrecido el cofre más preciado de nuestra comprensión, solo atinan a vaciar dentro de él su mezquindad y sus miserias.
Aquellos ante quienes dejamos un manto luminoso de complicidad y solo nos devuelven su vanidad, su torpeza y su ceguera.
Aquellos que subestiman nuestra tolerancia y persisten en la mentira que ni ellos terminan de creer.
Puedo perdonar cualquier cosa, menos este vicio egoísta y aniñado.
Si abrí ante un semejante, la puerta de mis desvelos y lo invité a tomar de mi licor más secreto, si dejé ante él la inequívoca señal de que puede decirlo todo puesto todo está permitido y nada será sometido a otro juicio que el de mi más honda aceptación, si no hay crimen posible que pueda oscurecerlo, si no hay en mi mesa lugar para diatribas, si sus actos, pensamientos, palabras y omisiones jamás serán pasadas por el tamiz estrecho del pecado, si le hice saber que mis ojos no dictarán sentencia, que sus palabras serán mi más preciado silencio, si lo abracé en la certeza de que somos uno más allá del bien y del mal y solo obtengo de él la blasfemia de su desconfianza, entonces sí habrá traspasado una línea sin retorno.
Habrá muerto para mí, sin tribunales, sin dogmas a los cuales remitirse, sin dictámenes.
Habrá muerto por el propio peso de su estupidez y su ignorancia.
Y esa muerte no abraza la esperanza de alguna resurrección. Es eterna, sin otro fuego y otro infierno que el de la indiferencia.
Hugo Celati (2009)

No hay comentarios:

Publicar un comentario